Conciencia limpia y paredes limpias

Estoy triste, y no es para menos. Tenía la certeza que pasaríamos el umbral. Sin embargo, a pesar de la derrota hay cosas que se debe rescatar de esta aventura, que no ha terminado, que apenas debería estar empezando.

Me queda la conciencia limpia porque mi voto fue preciso, fue para el partido visionario con toda razón. Fue para el partido visionario no porque estuviera indeciso entre votar en blanco o votar por alguien. Fue para el partido visionario no porque pensara votar por el menos peor. Fue para el partido visionario porque no me gustan los atajismos, porque quiero un Estado justo y atento, porque quiero ser copartícipe de los cambios, porque quiero menos leyes y más aplicación de las mismas y lo más importante porque creo que el cambio está en nosotros y no en nuestros representantes.

Pero no sólo me queda la conciencia limpia. Quedan las paredes y los postes limpios. Queda la ciudad limpia, como la encontramos. No fue necesario ensuciar las paredes y llenar a las calles de carteles para que 70.000 ciudadanos votaran por ideales de construcción.

Queda el contador en cero; para arrancar nuevamente y caminar sobre lo construido. Queda una ilusión, un pudo ser, un será. Queda volver a intentar.